TRUMMELBACH, LA SANGRE DEL OGRO, DEL MONJE Y DE LA SEÑORITA

Se acerca el final del verano y es inevitable empezar a pensar en aquellos descensos que el calor y el deshielo glaciar nos han sido vetados durante el verano. Entre ellos este fenómeno de la naturaleza, Trummelbach.
Hace dos años que fue dado a conocer y su descenso es uno de los anhelos de todo barranquista.
Mucho se ha hablado de él, pero aún no había tenido la oportunidad de conocerlo en persona. Así que aprovechando la coyuntura, decidimos hacer un fin de semana de ‘turisteo’ en Interlaken y acercarnos a visitar el monstruo.
Desde Interlaken, tomamos dirección Grindelwald y unos kilómetros más adelante continuamos recto en el valle en dirección a Lauterbrunnen, donde los paneles informativos nos conducirán a Trümmelbachfälle.
Desde mayo a finales de octubre se encuentran abiertas al público, ya que se explotan turísticamente, las instalaciones que permiten visitarlo. Una serie de túneles, escaleras y pasarelas discurren en el interior de la roca, permitiendo acercarnos a las estrecheces de este desagüe natural de los glaciares del Eiger, Mönch y la Jungfrau.
Cuando llegas al valle esperas encontrar la visible fractura que conduce las aguas del deshielo de las montañas hasta el valle, pero no es así, una pequeña abertura en la roca, casi imperceptible a la vista, se abre tímidamente. Solo cuando estás delante se oye el rugir del monstruo.
El ruido del agua en el interior de las galerías es estremecedor, y eso que hoy 4 de septiembre de 2010, el caudal es relativamente bajo, si lo comparamos con el de un día de verano cualquiera, o de un día de primavera en pleno deshielo de las nieves que cubren toda su cuenca.
La semana pasada han descendido las temperaturas y la nieve está todavía presente en las caras norte de estas colosales montañas, lo que hace que el deshielo se vea disminuido. Pero de ningún modo está factible deportivamente hablando.
Creo que la visita turística del cañón va muy bien antes de plantear su descenso ya que da una idea muy real de lo que vamos a encontrar después.
Y estaría bien para una primera vez, garantizar un caudal mínimo, con lo que lo normal es plantear el descenso en Noviembre o Diciembre en función de cómo se vaya presentando el inicio del invierno.
Para completar el viaje nos hemos dado una vuelta por la cabecera del Trummelbach, a los pies del “Ogro” del “Monje” y de la “Señorita” para comprender mejor la acción de la naturaleza.
Tomamos el tren cremallera en Grund, Grindelwald, y que atravesando el corazón del Eiger y el Mönch conduce al Jungfraujoch. Nosotros nos apearemos en la estación Eigerglestcher. Hace un día precioso, dan ganas de quedarse aquí una temporadita a pesar de los cientos de turistas que nos rodean. El lugar es simplemente impresionante.
El Eiger, su glaciar y el Mönch. En algun tiempo el glaciar llegaba hasta la línea del prado.
La Jungfrau, inmensa si la comparamos con las personas que transitan el camino
La jungfrau con los seracs amenazantes.
A los pies del Mönch y la Jungfrau unos paneles informativos nos cuentan el brutal retroceso que ha sufrido este glaciar, tan sólo en los últimos 5 años. Así pues no es difícil hacerse una idea de cómo la naturaleza ha esculpido en la roca, el curso de agua que nos atañe.
Algunas fotos antiguas ilustran hasta donde llegaba el glaciar del Eiger.
La línea negra corresponde al límite del glaciar en la actualidad (2008).
Una antigua foto ilustra hasta donde llegaba el glaciar a principios del siglo XX
Sobre el descenso deportivo, aquí, se recogen muchos detalles a tener en cuenta.
Los que ya han realizado el descenso de este coloso, coinciden todos en que las bajas temperaturas del agua y del ambiente, y la oscuridad, son factores a tener muy en cuenta además de la presencia de caudal. La equipación no está pensada para afrontarlo con caudal alto, ya que no se han previsto pasamanos, y los anclajes se han colocado a resguardo de las crecidas, es decir más allá de los umbrales, lo que dificulta el acceso en caso de mayor caudal. La propia oscuridad dificulta la localización de los anclajes que de momento son todos monopunto.
En las cascadas es fácil encontrar ramas y troncos que quedan ocultos ante la falta de luz y la cortina de agua, pudiendo llegar a causar problemas en la progresión.
La sangre del Ogro, el Monje y la Señorita han abierto en la roca una herida de piedra, exculpida como a cincel. Su rugido se graba en la memoria y es difícil dejar de oirlo aún en las frías noches de invierno. El deseo de bañarse en su blanca y fría sangre será un deseo que nos acompañará siempre.
http://es.wikipedia.org/wiki/Jungfrau-Aletsch-Bietschhorn
*Señorita es el término que he empleado para acortar la traducción literal de “Joven mujer” para Jungfrau.
Video del final del barranco

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