Descenso de Ribeira do Reventao – Sto Antao

Con este frío polar que nos invade, un cálido recuerdo del I Encuentro Independiente de Barranquismo de Santo Antao.

Como colofón al I Encuentro de barrancos de Santo Antao (Cabo Verde), Eduardo Gómez nos invita a descubrir una zona de la isla de Santo Antao poco conocida desde el punto de vista del descenso de barrancos, ya que los posibles descensos de esta región, son secos. Pero éste presenta un atrayente aspecto, el descenso de una pared con más de 400m de desnivel que da acceso al cauce.

La propuesta nos atrae, pues la mayoría no hemos descendido todavía una pared de este tamaño en modalidad barranquista. El descenso es la primera repetición después de su apertura el año anterior.Eduardo formaba parte del equipo de aperturistas, así que él cuenta con información de primera mano sobre las características del descenso y como vive en la isla, está al corriente de evolución de la méteo y de la previsión para los próximos días. A pesar de encontrarnos en la estación más húmeda del año hace semanas que no ha llovido y parece ser que no será el día del descenso cuando llueva.
Nos desplazamos a Tarrafal. El propio viaje necesita de una gran preparación ya que en este rincón del mundo las cosas no son tan sencillas como estamos acostumbrados. Durante el viaje nos acercamos a ver la pared que descenderíamos al día siguiente, examinando con detenimiento las líneas de rapel que en realidad solo podían intuirse en la inmensidad de aquella.En la vertical orientada al sur-oeste y completamente seca se distinguen tres partes que conforman a su vez tres secciones verticales diferenciadas, separadas por grandes repisas que desde la distancia a la que nos encontramos parecen diminutas pero que en realidad son amplias y espaciosas. A su vez estas tres secciones verticales se encuentran fraccionadas, para facilitar las maniobras de cuerda sobre todo las recuperaciones, y que a su vez nos permite llevar cuerdas más cortas y repartir el peso entre los integrantes del equipo.


Después de la sección vertical el barranco tiene un aporte de agua de una surgencia, pero como no ha llovido recientemente es probable que el aporte no sea relevante. El tramo posterior hasta la salida del barranco tiene varios rápeles y tramos de marcha entre ellos.
Durante la apertura tuvieron que vivaquear dentro del barranco, así que no tenemos una referencia horaria válida y además somos un grupo relativamente grande aunque todos somos autónomos y todos llevaremos cuerda, por lo que la progresión debería ser relativamente rápida si no surgen contratiempos o imprevistos. Hemos calculado un horario para el descenso de entre diez y doce horas. En el caso de que se nos haga de noche, el camino de retorno es evidente, incluso a la luz de los frontales no debería suponer un problema.
Preparamos el material y el plan de ataque, cuerdas suficientes y material de equipación, pues hay que reforzar uno de los fraccionamientos. No conocemos el estado del resto del equipamiento después de la gran tormenta de hace un par de meses que causó bastantes estragos en otros puntos de la isla.
Ropa ligera, pero pantalón largo y manga larga, a pesar de que probablemente tengamos que mojarnos después de la surgencia. Valoramos que la temperatura del agua y del aire, junto con la orientación del barranco no nos dejarán pasar frío aún cuando nos mojemos enteros.
Agua suficiente, comida y lamparas frontales. No contemplamos la idea de llevar móvil para llamar a los cuerpos de rescate entre otras cosas por aquí no hay, así que si surge algún problema, nosotros tendremos que apañárnoslas para solventarlo. Un botiquín, material de autorrescate, guantes, visera, crema solar, rodilleras, algo de ropa seca por si acaso, mucho entusiasmo y ganas de enfrentarnos a un reto, ¡¡¡ah y las cámaras de fotos!!!.

Todo preparado en una mochila que pesa lo suyo, y con la que habrá que cargar durante muchas horas. Sin una buena forma física, una actividad de este calado podría retrasar mucho el horario previsto y obligarnos a hacer noche en el barranco.
La orientación de la sección vertical nos hace pensar en atacarla con las primeras luces del alba, intentado que al mediodía estemos ya en la base de la sección, y evitar así el sol directo que en las zonas entubadas de roca volcánica de colores oscuros de la pared absorben la radiación solar e irradian el calor de una manera casi angustiosa.
A las 7:00 de la mañana con las primeras luces comenzamos el descenso del primer rapel.

En mi turno de descenso del primer rapel siento molestias intestinales…. Menos mal que pensando en que esto pudiera pasar he metido un rollo de papel en la mochila. Solo me queda confiar en que este episodio no se vuelva a repetir, al menos en lo quede de descenso de la pared. Casi todos hemos tenido episodios diarreicos sin más consecuencias a pesar de haber tomado la precaución de beber solamente agua embotellada, pero hemos sucumbido al café que normalmente se hace con agua del grifo, y además hemos tomado ensaladas que también se lavan con el mismo agua. A los caboverdianos no les afectan las bacterias del agua por que ya son parte de su organismo, pero a nosotros sí. Este es uno de los problemas más frecuentes con los que podemos encontrarnos en sitios remotos, las molestias intestinales, algo nada desdeñable desde el punto de vista logístico de un descenso.
Solventado el problema de la exposición solar en la pared nuestro problema más importante será la caída de piedras provocada por nosotros mismos al apoyar los pies durante el descenso en rapel. Esta es una consecuencia directa de la poca frecuentación en un terreno volcánico poco compactado. Así que tendremos que hacer mucho cuidado de donde ponemos los pies para no enviar todos esos proyectiles sobre los compañeros que están por debajo de nosotros, con esto, lo de llevar la mochila tan pesada, lastrada para aliviar el peso durante el descenso es inviable ya que solo agravaría la situación. Esto nos obliga a llevar la mochila a la espalda durante el rapel afectará a nuestra fatiga y resistencia física. Para evitar que el peso me venza hacia atrás; mosquetoneo una cinta expréss de las usadas en escalada, por encima de mi hombro entre la cuerda de rapel por encima del descensor y la cinta que sirve para colgar la mochila; lo que alivia notablemente el esfuerzo para la zona lumbar.
El basalto y las rocas volcánicas nos harán extremar las precauciones en los rozamientos de las cuerdas. A pesar de todas las precauciones, una de las cuerdas resultaría dañada en un descuido, y la propia morfología de la sección provocaría el enganchón de una cuerda en un saliente de roca, pero que al final con algo de paciencia y sincronización conseguiríamos recuperarla.
La instalación del último rápel de la última sección de la vertical había desaparecido, por que la roca sobre la que se había instalado se había desprendido de la pared, dejando muchos trozos de roca en una gran panza donde podíamos intuir que se podía enganchar la cuerda en la recuperación. Tras reinstalar el rapel, que se imponía desescombrar la zona y antes de colocar siquiera las cuerdas tiramos al fondo del barranco los derrubios más importantes producto del desprendimiento.
A pesar de todas las precauciones la gran panza de arenisca que conformaba el rapel nos lo puso muy difícil en la recuperación de las cuerdas debido al tremendo rozamiento. Pero la inexistencia de tan solo una franja rocosa hace inviable la colocación de cualquier anclaje que permita aminorar el problema.
Así nos colocamos en la base de la pared, con un poco de retraso sobre la previsión horaria.
El cauce del barranco en un tramo de una centena de metros parece una auténtica escombrera, todos los desprendimientos de la pared caen en este punto, lo que permanecer aquí mucho tiempo sin extremar las precauciones es completamente desaconsejable, así que intentamos salir lo más rápido que nos es posible, al menos hasta una zona que se intuya más segura.
Finalmente el tramo inferior del barranco, con varios rapeles el más largo de 60m,  no nos supondrá complicación alguna, aunque al final del día, el calor, la larga jornada y el peso del equipo, hacían sentir la fatiga. Cumpliendo el horario previsto llegábamos a Tarrafal cuando empezaba a anochecer, donde nos esperaban nuestros compañeros que empezaban a preocuparse, a pesar de que entraba en nuestro planes la posibilidad de tener que hacer el retorno de noche.


Os dejo unas imágenes que resumen el descenso.



Nos ponemos en marcha antes del amanecer

Cauce de Ribera do Reventao, camino de la vertical.

Carlos en R1

Edu y Dani en cabecera de R2

Jessica descendiendo R3, tras la sudada de recuperar las cuerdas del R2

Carlos en R4

Edu en la amplia y vistosa repisa del R7

Foto de grupo en R7, bueno falto yo, pero alguien tenía que hacer la foto.

La reunión del R7 había desaparecido debido a un desprendimiento .

Carlos saliendo de la base de la vertical después de R7 esquivando el agua.
Se aprecia el estrato de arcilla y cenizas compactadas que dan forma y color a este rincón.

Restos de los desprendimientos que se acumulan en la base de la vertical

El tramo medio del barranco.

Curiosa formación de basalto que parece una pared levantada por la mano del hombre.

La instalación ha desaparecido y la badina se ha colmatado como consecuencia de la  fuerte tormenta que dejó incomunicada esta parte de la isla. Cerca del final del tramo medio.

El terreno volcánico nos regala este vistoso pavimento.

Con los ultimos rayos del sol, salimos del barranco por la canalización de agua, a tramos estrecha y  aérea.



Todavía de día llegamos a un poblado. Aún nos queda un rato hasta Tarrafal.

Desde este balcón asistimos al espectáculo del atardecer, que pone el punto final de una larga jornada.
Nunca mejor dicho aquello de: "...de sol a sol".

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