Tine de Mayen, nocturno

Hace algunos años ya, con motivo de la despedida de soltero del "hermano mayor barranquista", miembro de peso de nuestra gran familia barranquista del San Jorge, realizamos el descenso nocturno del barranco de la Gloces.
El recuerdo de aquel descenso, no se encuentra entre los predilectos de mi álbum de los mejores momentos, tal vez fue el frío de aquella estrellada noche del mes de junio, el caso es que me había dicho que hacer barrancos nocturnos no era lo que mas me apetecía hacer en este fantástico deporte. Jean, que conoce la Tine de Mayen como el pasillo de su casa; de hecho el dice que el barranco es suyo, nos invitó a hacer el descenso en nocturno.
Organizó una encuesta para saber quien tenía interés y que día nos venía mejor, et voilá, ayer, lunes 8 de junio, fue el día elegido. Yo no conozco el barranco, y decido darme otra oportunidad, voy a tratar de mirarlo con ojos diferentes.
En el lugar de la cita, un aperitivo antes de comenzar la marcha de aproximación.
Todavía de día, nos ponemos a caminar y la lluvia nos acompaña durante un trecho.
Mientras nos equipamos ha caído la noche y empezamos a marchar a la luz de frontales y carbureros, que se reflejan en las paredes del estrecho cañón, somos 14, el ambiente es agradable la gente está disfrutando, y yo me contagio del ánimo.
Funcionamos de manera muy dinámica y la temperatura del agua y ambiental no son desagradables, lo que también ayuda a que el descenso sea muy agradable.

Resultado: experiencia muy positiva. El peor momento: cuando te quedas sólo arriba en tu reunión, un temor infundado tal vez provocado por el único sonido del agua y la oscuridad a 20 metros del suelo.
Estamos fuera a las 22:55, hemos ido rápido para ser un grupo tan numeroso.
Nos ponemos ropa seca y nos arrimamos a la mesa plegable de aluminio de diseño probablemente suizo, para calentar el espíritu con un vino español, algo de té y chocolate caliente. Hay buen ambiente, la gente no tiene ganas de irse, pero bueno mañana es martes y hay que trabajar.

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